VALE apuesta por la vivienda en comunidad de las personas con discapacidad intelectual del Valle del Lecrín
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· La entidad granadina de Plena inclusión Andalucía lleva desde 2017 transformando su modelo de residencia
El acceso a una vivienda digna y adecuada es un derecho básico de las personas, recogido dentro de la Constitución Española (artículo 47) y de la Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 25). Además, es una necesidad fundamental a la hora de establecer un espacio propio donde desarrollar un proyecto de vida personal. De esto son conscientes en VALE, entidad de Plena inclusión Andalucía situada en el Valle del Lecrín, provincia de Granada, donde llevan varios años trabajando en el proceso de transición de un modelo de vivienda residencial a un modelo de vivienda en la comunidad.
“A petición de algunas familias que nos planteaban la necesidad de una residencia -nos explica Lola Mochón, directora de la Residencia- empezamos a pensar en la posibilidad de adquirir algún inmueble para dar respuesta, así que en julio de 2016 adquirimos en propiedad un piso en el centro neurálgico del municipio. Pasó exactamente un año hasta que se puso en marcha, con 5 personas que necesitaban una vivienda y que tenían diferentes necesidades de apoyo, todas ellas con plaza en nuestros centros de día.”
La apuesta de VALE era clara: dar un paso más en la inclusión de las personas con discapacidad intelectual en la comunidad a través de la emancipación. Este propósito, enmarcado en el proyecto Mi Casa -al que la entidad granadina accedió en 2019 a través de Plena inclusión Andalucía-, “no ha sido una tarea fácil, pero ha sido nuestra tarea por pleno convencimiento durante los últimos 3 años”, explica Mochón.
Las familias, eje central del proyecto
Para llevar a cabo el pilotaje las familias han sido parte fundamental y han estado presentes en todo el proceso. Gracias a su implicación han podido valorar de primera mano otras alternativas para sus familiares, independientemente de la necesidad de apoyo, y tomar conciencia de que sus hijos pueden vivir en entornos más inclusivos dentro de la comunidad, como el resto de personas, aseguran los profesionales de la entidad. Además, su trabajo directo en el pilotaje supone un apoyo natural e indispensable para que las personas con discapacidad intelectual puedan alcanzar su objetivo de desarrollar su propio proyecto de vida en la comunidad.
Por otro lado, otro de los ejes centrales ha sido el equipo de profesionales de la entidad que ha trabajado en el pilotaje, formado expresamente para la tarea en Apoyo Activo, Apoyo Conductual Positivo, Atención Directa y, por supuesto, con una clara inclinación al enfoque comunitario, lo que ha permitido que la vivienda no se haya convertido en una “mini institución”, sino en una vivienda en comunidad como cualquier otra, asegura la directora de la residencia.
De hecho, y aunque en un primer momento se utilizaron los recursos de cocina y lavandería de la Residencia, en la vivienda se ha trabajado para conseguir un funcionamiento normalizado y lograr que cada persona haya ido adquiriendo habilidades tanto para el mantenimiento de su vivienda como para su desarrollo en la vida comunitaria. De esta forma, todos los convivientes tienen responsabilidades en cuanto al mantenimiento del hogar: elaborar sus menús, hacer la compra, cocinar, limpiar y también hacer la colada.
Pero no todo son responsabilidades, por las tardes cada uno elige en qué quiere emplear su tiempo, y desde VALE se siguen prestando apoyos en este sentido para identificar cuáles son sus metas, deseos y necesidades. “Lo que más me gusta de convivir en un piso es que te ríes, nos gastamos bromas y salimos juntos”, afirma Verónica Alcalá, una de las personas con discapacidad intelectual que forma parte de la experiencia junto a otras cuatro personas más, una de ellas con grandes necesidades de apoyo y que, según Lola Mochón, es uno de los mayores defensores de este proyecto porque cree firmemente en que el clima familiar que se ha creado, tanto por parte de monitores como compañeros de piso, le ayudan de sobra a cubrir sus necesidades. “La verdad es que han congeniado muy bien entre todos y están muy ilusionados por aprender a cocinar, elaborar sus propios menús, ir a comprar, invitar a sus familiares y amigos a su casa y tener su habitación decorada como les gusta. Son pequeños detalles de la vida cotidiana que nosotros, los que lo hacemos a diario, no tenemos en cuenta, pero estar con ellos te hace valorarlo más”, asegura Marta, una de las monitoras.
Por su parte, Elsa Sio, psicóloga del equipo de VALE, explica que “este contexto facilita trabajar los objetivos relacionados con su autonomía y su desarrollo personal y social para que ellos mismos sean los protagonistas de sus propias vidas”.
Por último, desde VALE destacan su apuesta ha sido enorme: “Hemos asumido todos los costes económicos del proyecto, convencidos de que se trata de un derecho y confiados en que, a través de este esfuerzo, contribuiremos a visibilizar que el hecho de que las personas, independientemente de sus necesidades de apoyo, puedan vivir en comunidad desarrollando sus vidas como cualquier persona, es el camino a seguir”.